Esta una crítica de la obra "El Lago de los cisnes" de Tchaikovski, desarrollada por Cristina Rueda Tejeda.
El Lago de los cisnes, sin duda uno de los ballets más
hermosos, su romántico argumento y la maravillosa música de Tchaikovsky lo
convierte en una obra maestra. En 1875 El director de teatro imperial de Moscú,
Vladimir Begichev invito a Tchaikovski a componer música para el ballet por la
suma de 800 rublos. Inspirada en una leyenda Teutónica titulada “Der
Schwanensee” El Lago de los Cisnes se estrenó un año más tarde, el 4 de marzo de 1876,
en el famoso Teatro Bolshoi de Moscú. A pesar que ha pasado un siglo y medio de
su estreno sigue siendo parte de la cultura del ballet y más que nada uno de
los clásicos.
La presentación del lago de los cisnes
en el teatro Alla Scala, teniendo como protagonista a Suetlana Zakharova y
Roberto Bolle como Siegfired un bailarín de acabado cristalino con
sorprendentes saltos y vueltas de impecable precisión Zakharova conecta con Bolle de una manera espectacular en lo que es la
técnica especialmente en la escena de “Pas de Deux” en el que ambos lo realizan
con un estilo fabuloso. Sin que Bolle llegue al nivel de tragedia que Zakharova
logra transmitir mediante su baile, bien lo podemos apreciar con tan solo ver
las expresiones faciales de la bailarina o viendo la manera en la que mueve sus
brazos el dorso todo el lenguaje corporal te transmite un sentimiento de
tragedia poniendo la piel de gallina .
El director James Tuggle logra armar la coreografía de
manera ingeniosa y no siempre muy sutil, pero aun así hermoso. En la escena en
el que bailan todos los cisnes juntos logramos ver una extremada limpieza en la
realización de los pasos y en la coordinación de las bailarinas o por así
decirlo de los pequeños cisnes todas cuidando su alineación, ninguna pone un
pie mal y mueven sus brazos delicadamente
para hacer su conjunto de “port de bras”(serie de movimiento de brazos)
Concentrándonos más en el tercer acto en el que podemos
ver la escena de Siegfried, Rothbart (personificado por Ganni Ghisleni ) y
Odette la piel se llega a erizar viendo
la composición coreográfica con un sorprendente y perfectamente logrado “grand jeté”
Realizado
por el bailarín Ghisleni junto con su sorprendente vestuario de imponentes alas
y aunada a la música orquestada por el maestro Gajkousky el resultado es
totalmente celestial desde mi perspectiva llevándome a un éxtasis sensorial gracias al deleite visual del
performance la bella sinfonía los
vestuarios y la escenografía, poniendo mi piel de gallina no queriendo despejar
ni un ojo de los bailarines y llevándome a mundos realmente fantásticos en el
que los cuentos de hadas y las princesas que se transforman en cisnes y son
salvadas por sus príncipes son reales.
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